martes, 20 de enero de 2009

La actividad fisica frente al estrés mental

Acerca del Autor: Leonardo Leinhold, Profesor de ed. fisica, entrenador personal, guardavidas, buzo de rescate y timonel de yate a vela y/o motor (avalado por prefectura naval argentina)

Históricamente, la Actividad Física ha sido definida como "el movimiento del cuerpo". Sin embargo, en la actualidad este concepto evolucionó de manera tal que se entiende a la Actividad Física como “el movimiento humano intencional”.
El ser humano, como una única unidad existencial se encuentra en una constante búsqueda del desarrollo de su naturaleza y de sus potencialidades no sólo físicas, sino que, también psicológicas y sociales[1].
La salud mental es definida como el estado psicológico de bienestar percibido, y algunos parámetros de esta relación, pueden ser[2]:

Generales: Sensación subjetiva de bienestar general/ satisfacción con la vida

Específicos: Estados de ánimo, Niveles de ansiedad y autoestima, y socialización.

Existe una relación positiva entre el ejercicio físico y el bienestar psicológico. Se han propuesto varias hipótesis, tanto psicológicas como fisiológicas, para explicar cómo funcionan los ejercicios físicos sobre el bienestar:


Hipótesis de la distracción

Consiste en que es la distracción de eventos estresantes, más que la propia actividad, lo que explica la mejora de sensaciones relacionadas con el ejercicio físico.


Hipótesis de las endorfinas

La hipótesis de las endorfinas es la explicación de base fisiológica más popular sobre las ventajas derivadas del ejercicio físico. No todos los estudios la respaldan, pero el peso de la evidencia parece defendible. El cerebro, la hipófisis y otros tejidos producen diversas endorfinas que pueden reducir la sensación de dolor y producir un estado de euforia. Parece probable que la mejora en el bienestar que sigue al ejercicio físico se deba a una combinación de mecanismos psicológicos y fisiológicos.

Algunos autores, incluso, relacionan la práctica sistemática del ejercicio físico con una sensación acentuada de control sobre sí mismo y de las funciones corporales, lo que genera una mejor percepción del estado general de bienestar. Así mismo la motivación debe incluirse como un elemento básico para comprobar el efecto del ejercicio físico en la salud psicológica de quién realiza la actividad física, definido por el tipo de satisfacción logrado (condición física, competencia, o sensación de bienestar)[3]
Todas estas hipótesis explican la relación entre el ejercicio físico y la salud mental enfocándose únicamente a las dimensiones biológicas, o psicológicas, pero nuestra postura comprende la interconexión somatopsíquica de ambas.
En base a esto, consideramos que la práctica de la actividad física, tiene una gran importancia higiénico preventiva para el desarrollo armónico del sujeto y para el mantenimiento del estado de salud del mismo.
La práctica de la actividad física ligada al aspecto lúdico se transforma en una buena medida preventiva y terapéutica, ya que conlleva aspectos sociales, lúdicos e incluso bioquímicos que favorecen el desarrollo de las potencialidades del individuo[4].
Desde una óptica opuesta, basándose en otros investigadores, se llega a la conclusión que la falta de actividad física es un factor importante para la aparición de síntomas de depresión[5].

La posibilidad de reducción de los síntomas de ansiedad y depresión por medio de la actividad física, contribuyó para que varios psicoterapeutas comparasen el ejercicio con diversos tipos de psicoterapias tradicionales, demostrando que la actividad física presenta un valor similar a cualquier procedimiento de psicoterapia tradicional y que incluso es suficiente para reducir la depresión unipolar sin melancolía y/o conductas psicóticas[6].
El ejercicio físico puede ser una alternativa al tratamiento o una ayuda en un tratamiento de psicoterapia en las formas unipolares de depresión leve o moderada.
Para producir un efecto tranquilizante el ejercicio debe ser rítmico, como la caminata, la carrera, saltar sobre obstáculos, o andar en bicicleta, manteniendo una duración de 5 a 30 minutos, en una intensidad del 30 al 60% de la intensidad máxima permitida para el sujeto [7]
Con esto se refuta la creencia que sólo los ejercicios de gran intensidad pueden provocar cambios. No es necesario realizar un ejercicio vigoroso para poder llegar a provocar beneficios a nivel emocional[8].
Sin embargo, algunos programas de ejercicio no reducen la ansiedad porque no respetan un mínimo de tiempo necesario. La reacción de ansiedad es algo individual y suponer que el ejercicio o el deporte puedan alterar este patrón es algo irreal. Es necesario un tiempo de práctica de entre 4 a 20 semanas. Así también, para trastornos de pánico y agorafobia los resultados han sido controvertibles[9].
A modo de conclusión podemos afirmar que el proceso del ejercicio causa un bienestar mental y mejoría psicológica. La actividad física es causante de una mejora en la autoestima que produce beneficios en la hipertensión, osteoporosis, crisis diabéticas y varios trastornos psiquiátricos. Es una forma efectiva como otras formas de psicoterapia para el paciente depresivo. Los beneficios individuales del ejercicio incluyen:

a) reducción de la ansiedad-estado;
b) reducción a niveles mínimos y moderados de la depresión;
c) reducción de los niveles de stress;
d) reducción de los niveles de neurosis;
e) colabora en el tratamiento de la depresión severa;
f) beneficia psicológicamente a todas las edades.



[1] GIRGINOV Vassil G. Tiempo libre y Deporte. Bucarest. 1990. Editorial FIEP. 2da edición.
[2] SÁNCHEZ Bañuelos, Fernando. La actividad física orientada hacia la salud. España. Biblioteca Nueva. 1996.
[3] SÁNCHEZ Bañuelos, Fernando. La actividad física orientada hacia la salud. España. Biblioteca Nueva. 1996.
[4] CEBALLOS Rivera J.J; Ochoa Muñoz J; y Elizabeth Cortez Pérez. "Depresión en la adolescencia. Su relación con la actividad deportiva y consumo de drogas". Revista de Medicina del IMSS. 2000; 38 (5): 371- 379).
[5] DOYNE, E.J., OSSIP-KLEIN, D.J., BROWMAN, E.D., OSBORN, K.M., MCDOUGALL-WILSOM, I.B. & NEIMAYER, R.A. (1987) Running versus weight lifting in the treatment of depression. Journal of Consulting and Clinical Psychology, 55, 748-754.
[6] MARTINSEN, E.W. (1994) Physical activity and depression: clinical experience. Acta Psychiatrica Scandinavica, 89 (377 suppl.) 23-27.
[7] DE VRIES, H.A. (1981) Tranquilizer effects of exercise: A critical review. The Physician and Sportsmedicine, 9, 46-55.
[8] LEON, A.S., CONNETT, J., JACOBS, D.R., & RAURAMAA, R. (1987) Leisure-time physical activity levels and risk of coronary heart disease and death: the multiple risk factor intervention trial. Journal of the American Medical Association, 258, 2388-2395.
[9] (Hughes, 1994; Morgan & Goldston, 1987; Sorensen, 1987)

1 comentario:

  1. hey lei todo el articulo, interesante la verdad, estaria bueno, o por lo menos para mi gusto, que pongas algo relacionado con discapacidades o enfermos mentales, besos

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